Kylian Mbappé fue el elegido, el jugador llamado a marcar la diferencia en los próximos diez años, y el Real Madrid luchó hasta el final por su fichaje, viéndolo de blanco durante muchos días debido a sus constantes negativas a los escenarios planteados desde París y Doha. Que no te engañen. El Real Madrid buscaba al mejor jugador al que aspira ser y lo será muy pronto.

Los dirigentes del club blanco han sido engañados, pero esta vez por el propio jugador, que desde hace año y medio finge y promete algo que no ha podido cumplir. Las razones no importan. Él hace lo mismo. Ya no es el chico de 18 años que dudaba en salir o no de su zona de confort, ahora es un futbolista curtido, con personalidad y que ha mentido en varias ocasiones al Real Madrid, al club, a la institución. No solo los dirigentes del club con Florentino Pérez al frente, lo ha hecho con millones y millones de aficionados.

Ahora seguirá siendo ese futbolista diferente, llamado a ser el mejor (que tarde o temprano lo será), pero cargará con el estigma de ser uno de los mayores traidores del fútbol a lo largo de su vida. Así debe mirar a quien ha hipotecado las decisiones del Real Madrid durante dos años con falsas promesas hechas cara a cara.

Por cierto, lo que discutan Mbappé y Benzema se mantendrá en privado, pero apesta que su compañero de equipo sea el primero en ser defraudado. Tendrá que explicárselo en la cara el domingo. Ha decidido quedarse en París al menos otros tres años, a su lado, porque el Real Madrid nunca ha sido suyo. Dentro de un tiempo, las cosas serán iguales, pero nada será igual. Quiere que el PSG tenga historia, pero a costa de hacer historia.