Hasta que Franco Mastantuono desplegó un derechazo —con su pierna más débil— a la escuadra para el segundo gol del Real Madrid en el Ciutat de Valencia, su mayor contribución en La Liga había sido la confianza de Xabi Alonso. Un respaldo poderoso en el fútbol, aunque uno que los fanáticos a menudo subestiman, convencidos de que saben más que los que están en el banquillo.

Ese momento lo cambió todo. Con ese gol, el adolescente argentino se ganó más decibelios de apoyo en el Santiago Bernabéu, el alma de un joven de 18 años con el peso de grandes expectativas. Llegaba de otra catedral, el Monumental de Buenos Aires, donde aprendió a manejar el vértigo de las primeras ovaciones, pero también cargó con el peso de unos récords de precocidad que pueden pesar como anclas.

Ningún jugador del Real Madrid había mostrado tanta regularidad a esa edad desde Raúl González. En aquel entonces, Jorge Valdano le dio a Raúl el mismo apoyo que Alonso le da ahora a Mastantuono. El debut de Raúl en Zaragoza y su posterior gol contra el Atlético iluminaron la escena; Mastantuono sigue pasos similares.

Combina la elegancia de un extenista con la delicadeza natural de un argentino zurdo, ese toque extra de arte; aunque, como con su asado, a veces un toque menos sería mejor.

Hay margen de mejora. En una época en la que los equipos de élite solo pueden permitirse un jugador para desmarcarse defensivamente, se le pedirá que muestre más intensidad sin balón. Pero en ataque, cumple todos los requisitos: regate, salida rápida, serenidad. Algunos futbolistas se construyen a partir de la acumulación de pequeños éxitos constantes; Mastantuono parece ser uno de ellos. Tiene matices del estilo de Guti y la precisión de Schuster a balón parado.

Su rápida adaptación también pone de manifiesto su singular talento. Desde que el Madrid empezó a captar a las mejores jóvenes promesas del mundo, ninguna se ha adaptado con tanta fluidez. Vinícius tuvo dificultades al principio, Endrick sigue luchando por su puesto, Odegaard nunca se asentó. Mastantuono pertenece a una raza diferente: la misma escuela de brillantez de la que surgió Alfredo Di Stéfano, el hombre que cambió para siempre la historia del Real Madrid.

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